La palabra ‘anemia’ es antiquísima; la encontramos ya, en su forma griega original ἀναιμία (anaimía), en los escritos de Aristóteles, allá por el siglo IV antes de Cristo. Su significado etimológico es diáfano para cualquier médico, pues el término se forma anteponiendo el prefijo privativo ἀν- (an-, que significa ‘no’ o ‘sin’, como en anafrodisíaco, analgesia, anartria, anestesia, anhidrosis y anorexia) al elemento compositivo griego -αιμία (-haimía, que significa ‘sangre’, como en alcoholemia, glucemia, isquemia, septicemia, viremia y volemia): «ausencia de sangre»
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