Darío Sacramento Vega conoció a Ena González Machado de casualidad, a finales de marzo, mientras él pesquisaba, y allí comenzó esta linda historia, de una amistad y de una vocación por la Medicina que lo hizo ir más allá de su simple misión como pesquisador.
Darío se encargó de actualizar el certificado de medicamentos, le compró la medicina a Ena, y se ocupó de cuidarla más allá de una visita diaria.Ena rechaza esa absurda idea de que "la juventud está perdida". Es más, reconoce que sobre los hombros de ellos descansa un importante mérito del sistema de salud cubano. Darío avala la idea de que tenemos que nutrirnos de los más veteranos; eso lo aprendió de su educación con sus abuelos.
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