Hablando sobre la importancia de elegir bien el nombre comercial de cualquier producto comercial, puse como ejemplo de marca errada «un medicamento homeopático […] de nombre Pollon». Y no tardó un lector del Laboratorio en preguntar si esa combinación, «medicamento homeopático» (que es, por cierto, la contemplada en la legislación española), no es una contradicción en los términos. Si es un medicamento, argumenta, no puede ser homeopático; y si es homeopático, entonces no es un medicamento.
Esa misma duda se plantea cuando alguien define placebo como «medicamento desprovisto de actividad farmacológica». Dado que los placebos carecen de actividad farmacológica, algunos médicos y farmacéuticos no los consideran medicamentos, y perciben también como incorrectas las expresiones del tipo de «tratamiento con placebo» o «pacientes tratados con placebo», por considerar que el verbo tratar no debe usarse en relación con la administración de una sustancia desprovista de actividad farmacológica.
Otros, en cambio, hablan con toda naturalidad de «medicamento homeopático» y «pacientes tratados con placebo» (dentro del término placebo se engloba, por supuesto, toda la farmacopea homeopática). El placebo, una vez formulado y presentado en una forma galénica, sí es un medicamento, aunque no contenga ningún principio activo; y produce efectos terapéuticos y efectos indeseables, aunque no sea a través de un mecanismo químico, farmacológico, inmunológico o metabólico. El médico usa los placebos como método de tratamiento, tanto en los ensayos clínicos comparativos como fuera de ellos, con la idea de obtener un efecto terapéutico (sea este o no por sugestión).
Enviar un comentario nuevo